Comunicadora, docente y madre.
Escribo desde Puerto Rico.

Carta a mis estudiantes

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Hay un dicho que dice que no se crece en la zona de confort sino en lugares de incomodidad, cuando te ves retado. Los retos vienen disfrazados de muchas maneras. 

Cuando eres profesor, a veces un cambio de horario, grupo o dinámica, puede representar un reto enorme. Encima, mantener interesados a estudiantes que son de otra generación y cargan con otro bagaje cultural, no es tarea sencilla. Transmitir un conocimiento y hacer que se apasionen por el mismo, no es un bombito al pítcher

Con ustedes ha sido todo menos fácil. Lo sé y lo saben. En diez años en UPRA, me han retado. A motivarlos, a incentivarlos, a dar lo mejor de sí y a intentar compartir la pasión que siento por el periodismo y todo lo que conlleva este maravilloso oficio. No siempre lo logro, pero al menos lo intento. A veces en ese intento, se me agotan las energías y el entusiasmo. Pero al otro día, se reestablecen esas ganas de volver a intentarlo. 

Hoy la dinámica cambió por primera vez. 

Cuando entré por la puerta del Centro de Estudiantes con una bandeja de entremeses en mano en anticipación del foro que realizamos hoy, pensé que me encontraría con un salón vacío y deprimido. Que estarían todas las sillas y mesas tiradas en el piso, junto a las palmas que reservé en el Decanato para decorar el espacio. Lo pensé de nuevo y se me apretó el pecho. 

Pensé que tendría que escribir un mensaje en el chat grupal de la clase y que nadie contestaría. Pensé que tendría que acomodar todo y luego esperar que llegara cada uno de ustedes. Pensé que llegarían como si nada, tal vez tarde y posiblemente con una excusa.

Tan pronto abrí la puerta de cristal, me encontré con una realidad muy diferente. 

Ya Sebastián, Jessiel y Adrián habían llegado, estaban acomodando y las palmas estaban en su lugar. Todo iba marchando bien. Sentí un enorme alivio y un entusiasmo por seguir, por hacer que este evento fuese un éxito. Bajé el resto de las cosas del carro y poco a poco fueron llegando los otros. 

Al rato se me acercó Adrián con una cruz de madera en mano para preguntarme si podíamos rezar antes de comenzar, para que todo saliera bien. Asentí sin pensarlo mucho y así fue que ocurrió lo inconcebible.

El grupo desunido por primera vez se había unido sin querer queriendo, sin saber sabiendo. No por religión, sino por el rito más que nada. El rito de la unión, la comunión, que no es otra cosa que la definición de la comunicación en sí: hacer común. 

Gracias a la valiente iniciativa de Adrián y también por encargarse de monitorear las puertas y de dar la bienvenida a las personas. 

Gracias a Melany- antes que todo por tener una participación activa en la pre producción del evento y el contacto directo con los invitados. Además, gracias porque con su dulce y profesional voz, moderó junto a Ashanty a la perfección. 

Gracias a Alana que logró una impresionante visibilidad en redes con una excelente transmisión y presencia. 

Gracias a Sebastián porque a última hora se ofreció para cubrir varias bases a la vez: la de moderador de la audiencia, la de fotógrafo y también la de editor de vídeo- todas tareas que realizó a la perfección. 

Gracias a Jessiel por encargarte de la parte técnica de la proyección, junto a Adrián. 

Gracias a Yarithza porque entrevistó, fotografió, tomó notas e hizo todo lo que una periodista multimedia hace y más. 

Gracias a Valeria porque se preparó para entrevistar en profundidad, se mostró siempre muy profesional y esperó muy pacientemente que el micrófono llegara de un extremo de la mesa a otro. 

Gracias a todos ustedes porque han demostrado que son capaces de ser un buen equipo. Han demostrado que unidos hacen mejores y mayores cosas. Con su demostración de hoy, me han reanudado la esperanza y me han hecho crecer.

Por último, gracias a Tinta Digital, porque es un proyecto que en su noveno año de existencia, aún sigue reuniendo a las personas con un mismo propósito: fomentar el buen periodismo. Y como decía Kapuściński, no puedes ser un buen periodista, sino eres antes, un buen ser humano. 

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