La literatura debe ser, ante todo, universal. Eso nos dicen en los cursos de escritura creativa, los profesores, los mentores y los que sirven de inspiración. El propósito fundamental de la literatura es precisamente la identificación, hacer sentir que el lector pueda ubicarse en los pies del autor y compartir su experiencia.
Para Esmeralda Santiago, a quien cariñosamente le llaman Negui y quien es uno de los mayores referentes de la literatura puertorriqueña en la diáspora, esta es la razón de ser de su obra. Como la mayor de once hermanos, sentía la necesidad de documentar su experiencia. Su obra se divide en dos: tres novelas históricas y tres memorias.
Una de sus novelas más conocidas, Cuando yo era puertorriqueña, cumple hoy 30 años de publicación. Con este propósito, Esmeralda visitó la Universidad de Puerto Rico en Arecibo (UPRA) y compartió con la comunidad universitaria. El libro lo comenzó a escribir cuando tenía 40 años, estaba casada, ya era madre y tenía una carrera como cineasta.
“Me encanta conocer a mis lectores porque me dicen cómo se han identificado con mi obra”.
A pesar de haberse trasladado junto a su familia, del barrio Macún en Toa Baja a Brooklyn, Nueva York, cuando tenía 13 años, se sentía invisible en los Estados Unidos. Escribe para hacerse sentir. Quería encontrarse en la cultura, en esa nueva sociedad donde no se hallaba.
Cuando retornó a Puerto Rico, después de vivir doce años corridos en los Estados Unidos, le comentaron que «ya no era puertorriqueña», razón por la cual decidió titular su más reconocida obra de esta manera. «Cuando me miro en el espejo, veo a una puertorriqueña, no veo a otra persona», dice.

Esmeralda Santiago para Tinta Digital
“Aquí nos llaman «hispanos», sin importar de dónde venimos. Eso es borrar mi historia».
En entrevista con Tinta Digital, Esmeralda cuenta que la historia de los y las puertorriqueñas no se encuentra en la historia de Estados Unidos, salvo en cursos específicos que se puedan tomar en centros culturales o educativos.
«Para mí también es importante escribir novelas de historia para expandir conocimientos históricos a boricuas en otras partes». El proceso creativo de confeccionar una novela histórica, según Esmeralda, es muy diferente al de crear una novela tradicional. Para confeccionar Conquistadora, tuvo que visitar archivos históricos, hacer investigación y también trabajo de campo.
«Yo estoy bien segura en mi cultura», dice a modo de reafirmación cultural. Por esta razón, siempre ha usado dos apellidos incluso en tierra ajena: los suyos y los de sus hijos, quienes se han criado en los Estados Unidos.
Esmeralda Santiago no era puertorriqueña. Siempre lo ha sido y siempre lo será. Tal vez ahora más que nunca, porque existe con la misión de conocer y difundir nuestra historia, entender qué significa ser puertorriqueña fuera de la isla y compartir su experiencia con el mundo. Incluso, dice que sus libros se leen muchísimo en naciones que no tienen ningún vínculo con Puerto Rico, como los países escandinavos, Italia, Turquía, entre otros.
La literatura no parece tener una obvia utilidad, pero la ciencia ha demostrado que la tiene. Leer literatura, una actividad que muchos consideran ociosa o inútil, posee un valor social invaluable: nos hace más empáticos, más dispuestos a escuchar y entender a los otros. Las ficciones nos enseñan a nombrar nuestras angustias y también cómo enfrentar y compartir nuestros problemas cotidianos (Alberto Manguel, The New York Times, 2019).
Para Esmeralda Santiago, quien actualmente tiene 76 años, se trata de procesar experiencias, documentar memorias, reafirmar su identidad, hacerse sentir, y sobre todo, compartir un pedacito de las vivencias que la formaron y que la continúan acompañando, a pesar de haber hecho su vida en Estados Unidos hace tantos años ya.



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