La condición política de la isla impacta en la manera en que se informa y desinforma a la ciudadanía.
En Puerto Rico pareciera ser que los géneros propios del periodismo informativo son los que más se publican en los principales medios del país. Muchas noticias fabricadas, información incompleta, manipulada y auspiciada por intereses particulares. Poca investigación, uno que otro reportaje y casi ninguna crónica. Los géneros literarios o narrativos se miran con ojos de sospecha y menor formalidad, incluso menor credibilidad en Puerto Rico. Esto me lo comentó por primera hace varios años una periodista que trabajaba temas culturales para uno de los principales medios del país.
El prejuicio que existe en torno al periodismo literario en el país se debe principalmente a que no representa un modelo económico viable para los principales medios comerciales del país. Aparte, según algunos, la gente no quiere leer.
No creo que no leamos. Si estamos pegados a la pantalla todo el día, algo debemos estar leyendo entre tanto news feed y redes sociales. Resulta que la crónica ha encontrado un nuevo hábitat en plataformas y redes sociales como Tik Tok. Ahora se cuentan historias por el medio audiovisual. En la era digital nada se ha tornado más popular en el contenido mediático que observamos, que el POV (point of view o punto de vista) y el storytelling.
Contar historias no es nada nuevo y desde siempre el ser humano ha sentido atracción por narrar lo que vive y compartirlo con otros. La crónica periodística es una manera magistral de contar historias de no ficción mientras hilvanas recursos de la literatura en esa narración.
«En la crónica coges el ejemplo de un ciudadano y utilizas su vida para ejemplificar el problema. Eso es bien difícil hacerlo en el periodismo en Puerto Rico porque hay generaciones de editores que no lo quieren, no lo aceptan, porque entienden que como el espacio es limitado, tienes que ir al grano y dar la información del modo más rápido. Por eso es que prevalece tan fuertemente la dictadura del qué, cómo, cuándo, dónde y por qué», expresó en entrevista, la periodista independiente Sandra Rodríguez Cotto.
A pesar de su atractivo en términos de estilo e hibridez, el género de la crónica periodística no se fomenta y su existencia se limita a muy pocos nichos, sobre todo digitales y de medios independientes. El colonialismo y sus efectos sociales, económicos, políticos y culturales son la razón principal por la cual en Puerto Rico apenas se produce este género.
Según Rodríguez Cotto, otro factor que contribuye a su limitada producción se debe a una baja general en el nivel educativo del país. «Tengo que decir también, y es doloroso admitirlo, pero en Puerto Rico, el nivel educativo ha bajado. Creo que antes la gente era más educada, leía más. No es que ahora leen menos, estoy en contra de esa noción de que la gente lee menos. Se lee de otras maneras, sobre todo de manera cibernética, pero no podemos negar que ha habido una situación a nivel isla que ha afectado el nivel académico y educativo. La falta de análisis crítico y creo que ha habido una baja en la educación en general. No sé si tenga que ver con la pobreza y la situación económica del país y eso se ve reflejado en el periodismo», afirmó.
Para el periodista Víctor Ramos Rosado, la merma en la producción de periodismo literario, sobre todo en forma de crónica en Puerto Rico, se debe más bien al cambio en la manera en que consumimos contenido periodístico.
«No sé en qué momento de la historia, pienso que fue en esa transición del papel a la web, a principios de la década de los 2000, como de momento se retoma esta necesidad de recurrir al modelo norteamericano de hacer periodismo: muy limpio, muy organizado, muy corto y que en mi opinión embrutece, porque estoy reduciendo a la persona a lo más básico porque no confío que mi lector tiene capacidad de razonamiento propio.»
En Para entender los medios de comunicación de Puerto Rico, Subervi, Rodríguez-Cotto y Lugo argumentan que: «el factor fundamental en la formación de sistema puertorriqueño de comunicación masiva en Puerto Rico es la relación política y económica entre Puerto Rico y los Estados Unidos». Los autores sostienen esta tesis presentando argumentos que justifican la condición colonial, la situación política y económica, educativa y de otros factores que determinan e influyen en el sistema de medios en el país.
Además, sostienen que por su condición colonial, Puerto Rico ha estado operando, desde 1898, bajo los patrones de la estructura económica y los modelos estadounidenses. Asimismo, los medios masivos de comunicación puertorriqueños operan bajo los patrones y estándares del periodismo estadounidense. Demasiado a menudo las noticias que leemos en los medios comerciales están enfocadas en las personas que toman decisiones políticas y económicas en Puerto Rico y no en los ciudadanos que se ven afectados por estas decisiones.
Si bien es cierto que los medios de comunicación en Puerto Rico, han contribuido en términos históricos, a aumentar los niveles de alfabetización y la diversidad cultural en términos generales, al mismo tiempo, la mayoría ha contribuido a avanzar una agenda colonial que incluye la homogeneización de la cultura informativa en general y la práctica periodística en particular.
No obstante, a pesar de esos esfuerzos por mantener vivo el poder hegemónico, en Puerto Rico se sigue resistiendo y sobreviviendo al colonialismo y la defensa del idioma y la identidad puertorriqueña son dos muestras tangibles de ello. Otro factor importante para sustentar la falta de revistas u otros medios que publiquen crónicas, es la crisis económica del país que ha afectado negativamente el ecosistema de medios masivos.
A raíz del huracán María que azotó a Puerto Rico en 2017, explotó la peor crisis humanitaria de la historia moderna del país y a su vez, se alteró dramáticamente el ecosistema de medios existentes. Por una parte, la industria de medios se alteró por la cantidad de despidos masivos y el cierre de operaciones, pero por otra, los patrones de consumo de la audiencia se vieron afectados.
A pesar de esto, no es correcto decir que en Puerto Rico la producción de crónica periodística es nula. Existen periodistas independientes y no independientes, que producen crónica desde sus trincheras, y siguen luchando por conservar los espacios donde sí se puede producir periodismo narrativo.
Según el periodista Víctor Ramos Rosado:
«Hacen falta espacios, pero también pienso que desde los medios también hace falta voluntad. Habemos y hemos habido a lo largo de los años en los periódicos grandes, periodistas que han trabajado el género literario. Tenemos a Ana Teresa Toro, Mariela Fullana, Tatiana Pérez, Rosalinda Marrero, Benjamín Torres Gotay… Si miras para atrás, seguimos viendo esta gran lista de nombres, personas que le han dedicado mucho tiempo a ese periodismo de corte más literario.»
El periodista insiste en la necesidad de dar la lucha y no rendirse en el camino. La clave, según él, recae en no rendirse.
«Seguir haciendo el trabajo que estamos haciendo, seguir insistiendo en que nos den esos espacios y a la misma vez también apostar por nuestra parte a ayudar a desarrollar lo que llamamos en inglés media literacy.
En Puerto Rico es muy poco ese entendimiento mediático que las personas tienen de las noticias, de cómo funciona el proceso de noticias, de cómo se consume la noticia. Más que crear espacios de nichos, se trata de seguir insistiendo en los espacios que existen de reconocer que este es un periodismo que tiene valor, que hay formas diferentes y no tan nuevas de contar.»
También toca resistir el colonialismo en términos de su efecto en el periodismo. Como periodistas, comenzar a contar historias desde abajo, con miradas alternativas y enfocadas en buscar soluciones e intencionalidad. Y como ciudadanos, toca pluralizar nuestras fuentes de información y los contenidos que consumimos en medios masivos y optar por los independientes. Dejar a un lado la oficialidad y la propaganda del periodismo colonial para desenterrar y rescatar el valor del buen periodismo en su dimensión real.
La crónica periodística específicamente, se posiciona como uno de los géneros más atractivos, tanto para el escritor- quien pretende humanizar (y no olvidar) su experiencia- como para el lector: sediento de historias que intenten desarmar el complicado mundo del siglo XXI.


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