Soy profesora, periodista y madre. Escribo desde 🇵🇷

Estancamiento


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Como cuando estás jugando una partida de Scrabble y ya no encuentras más letras que formen una palabra con sentido.

 Como cuando echas mucho abono a una planta para que florezca y por más que le cantes y le hables, no logras efecto alguno en ella.

 Como cuando por más que te esfuerzas, no encuentras solución a tu fórmula, respuesta a tu problema o abertura a tu calle sin salida.

 

El año 2017 ha sido marcado por el estancamiento. Dicen los hindúes que se debe a la presencia de Kali, una deidad femenina que representa la destrucción de lo viejo y la introducción de lo nuevo. En papel pareciera el orden perfecto y natural de las cosas, pero en carne y hueso la destrucción viene cargada de mucha emoción, desesperanza y necesidad de desapego: una condición no siempre fácil o asequible para todos.

 

Desde hace 13 días en Puerto Rico se encuentran estancadas las filas para suministrar gasolina a los conductores de autos. Estancadas se encuentran las obras que regenerarán nuestras casas con luz eléctrica y agua potable. Estancado se encuentra el semestre académico y los cientos de profesores por contrato que no han cobrado un solo centavo desde que comenzaron las clases.

Estancado está el país, las ayudas federales a la mitad de la población que las necesita para subsistir; estancadas quedaron las ilusiones, los vagones de agua y comida enlatada, la visita de Trump, el progreso, el crecimiento de los árboles que ya no quedan y para muchos, también la esperanza.

No tengo duda de que Puerto Rico se levantará y saldrá victorioso de este azote que nos apuñaló María. No dudo de la buena fe e intenciones de algunos (pocos) políticos y muchos ciudadanos y residentes de las comunidades más y menos afectadas. No tengo duda de que la luz volverá junto con la comida, el agua y el orden natural de las cosas en el trópico. Lo que me preocupa es que nadie esté trabajando para erradicar el estancamiento que ya existía en nuestra isla y que ahora se ha agudizado por este desastre natural.

El estancamiento ha atrasado, desde luego, la vida de cada uno de nosotros y nos ha convertido en presas del dicho: vivir un día a la vez.

Mucho enfoque se ha dado a las pérdidas ocasionadas por María y poco o ninguno a este estancamiento en cuanto a empleados que han realizado trabajos y no han sido remunerados. Muchos no sabemos cuándo cobraremos de nuevo o cómo pagaremos nuestros techos y los compromisos que trae un nuevo mes. Los estragos de María han vaciado los bolsillos de muchas familias que se han visto obligadas a incurrir en gastos adicionales, como por ejemplo conseguir por lo menos, un bocado de comida al día en la calle. Para muchas familias se ha tornado necesario comprar alimentos cada día, ya que es prácticamente imposible que no perezcan o se malogren estando sin refrigerar más de día y medio en estas temperaturas.

María ha vaciado bolsillos ya vacíos y ha complicado la situación laboral y económica para una gran cantidad de trabajadores que no han podido continuar con su faena profesional y tampoco han visto rastro alguno de sus salarios por labores ya realizadas.

Ante la necesidad precaria que enfrenta el país por esta tormenta tan desastrosa, no podemos olvidar o restar importancia a los trabajadores de clase media que dedican cuerpo y alma a sus labores en el sistema público y privado del país y cuyos reclamos no han sido escuchados ni lo serán por un tiempo, precisamente por culpa del estancamiento que existía antes y ahora se ha agudizado por el huracán María.

Se estima que cada día se van de la isla alrededor de cinco puertorriqueños jóvenes, profesionales y en edad productiva. Aparte de las limitadas oportunidades laborales con buenos salarios y condiciones de trabajo que existen en la isla- el gobierno y las administraciones, sobre todo de la Universidad de Puerto Rico, no pueden hacer oídos sordos al reclamo de los profesores por contrato que representan un importante motor de desarrollo para el país y cuyas condiciones de trabajo son cada vez más complicadas e injustas. Ni hablar de las consecuencias y mayores tardanzas que ocasionará este estancamiento a un sistema ya fraccionado, ridículamente burocrático y por tanto, cada vez más injusto.

 

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