Hace cuatro meses, el cronista argentino Martín Caparrós cumplió medio siglo ejerciendo el oficio periodístico. En una columna publicada recientemente en El País, recuerda cómo hace 50 años, escribió su primera nota en un periódico. Unos meses antes, en noviembre de 2023, Caparrós publicó su último libro en Madrid.
Al otro lado del mundo, no nos vinimos a enterar hasta ahora. A pesar de que es uno de mis escritores favoritos, no me enteré hasta recientemente. Tal vez porque aquí en Puerto Rico escasean las librerías y quioscos literarios y tampoco se consiguen todos los libros que uno busca, la noticia llegó tarde.
El mundo entonces. Una historia del presente (Random House) contiene un collage tríptico en la portada. Aparece una mujer de ascendencia asiática tomándose un selfie en la primera imagen; las llamas de un fuego devorándose la tierra en la segunda; y, en la tercera, unas personas que cargan bolsas de plástico con materiales de construcción sobre sus cabezas. Para Caparrós (1957), historiador y periodista, este parece ser el mundo de hoy.

La desigualdad, la pobreza, ciudades y estados nuevos que se construyen, la burocracia, la migración, la sexualidad y la salud son algunos de los temas que se presentan en esta obra. El hilo conductor es la voz del historiador-periodista que intenta armar el mundo moderno por medio de un análisis de la organización social, cultural, económica y política del siglo XXII. Caparrós retrata un panorama mundial muy desigual en el que el poder se mantiene en las manos de unos pocos, mientras mil millones de personas pasan hambre y no comen lo necesario cada día, habiendo alimento suficiente para todos.
En su más reciente obra, Caparrós critica fuertemente. Critica nuestra apatía, nuestra falta de compasión, critica la obsesión con la productividad y también el concepto histórico de la Edad Contemporánea. Argumenta que todos los tiempos son contemporáneos en su momento y cómo observador que toma distancia de los acontecimientos y va narrando episodios, se sorprende ante lo que ve.
Similar a su obra El hambre (2015), este libro está muy enfocado en profundizar sobre el tema de la desigualdad. ¿Cómo es posible que tantas personas estén desnutridas mientras en el mundo se desperdicia tanto alimento? El tema de la desensibilización también se presenta y para Caparrós es uno de las culpables porque ya nos han dejado de importar y afectar las cosas. En este nuevo orden mundial, sobran las brechas y la falta la empatía, sin embargo, el autor se mantiene positivo.
«Lo que sé es que soy optimista porque estudié historia y aprendí que la vida de las personas viene mejorando desde hace dos o tres mil años de una manera muy sostenida. Lo que no quiere decir que de vez en cuando empeore (…) Cuando el futuro no es promesa, se vuelve amenaza».
El libro recuerda a Lacrónica en términos estilísticos, ya que por ejemplo, la tipografía y el tono cambian cuando el autor pasa de explicar un tema a narrar una crónica, en un lugar preciso. Se combinan datos con mirada y valorización. Se retratan escenas del mundo latinoamericano, africano y árabe en un texto que transporta, a la vez que educa y entretiene.
Otro tema interesante que presenta Caparrós en El mundo entonces es la construcción o formación reciente de estados y países. Por ejemplo, el cronista dice que de 195 estados soberanos, antes de 1800, solo existían siete y desde 1920, 76. Es decir, que el mundo se ha ensanchado muchísimo. En una entrevista con Carlos Madrid para la revista Ethic, Caparrós explica que en el mapamundi:
«Hay unos 80 países que no tienen más de 60 años. Son entes nuevos y aquellos que nos parecen viejísimos como Alemania o Italia, tienen ciento y pico (…) Además, prácticamente no hay colonias cuando siempre existieron. Quedan algunas islitas, pero hasta hace 80 años, no era así».
¿Qué nos espera el futuro, entonces, según Caparrós? El argentino no lo tiene claro, aunque su más reciente libro aporta una mirada reflexiva en torno a los desafíos y problemas principales que enfrenta el mundo actual, sobre todo en término de los países en vías de desarrollo.
«Construir una idea del futuro no es simple; se va creando poco a poco, en varios lugares, con aportes múltiples, hasta que de pronto algo cristaliza y millones de personas sienten que vale la pena hacer el esfuerzo necesario para realizarlo», concluye.


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