Parir es morir y renacer. Parir es traer al mundo dos vidas. Parir es cargar una cicatriz de por vida. Parir es romperte, y (re) construirte.

Y la vida como la maternidad, es romperse y volver a reponerse.

Y re (construirse)

Todo el tiempo

Todavía no sé quién soy tras tu nacimiento. Y ya van veinticinco meses. Intento rescatar aquella otra que era. La busco en todas partes, la añoro. Me niego a soltarla. A aceptar que ya no volverá. Me miro al espejo y no me reconozco.

¿Quién soy ahora que solo me dedico a ti? Ahora que solo me da la energía para atenderte, darte de comer, educ (arte), jugar contigo, mostrarte el mundo, e intentar llevarte por el buen camino?

¿Habrá espacio para un mí en todo eso?

¿Quién soy ahora que apenas puedo trabajar unas horas fuera de casa? Por que no consigo más trabajo. Por que duermo poco y me canso. Por que a menudo siento la mente nublada. Por que me he olvidado de quién soy.

Por que antes de que tú nacieras, no conocía el significado de las palabras: trabajo, cansancio, paciencia, amor.

Y aunque desde siempre te deseé, nada ni nadie me preparó para esta metamorfosis. Para esta muerte, y para esta vida. Desde que llegaste siento más el dolor, el miedo, el gozo. Y todas las emociones a flor de piel. Como un fuego que no se quiere apagar.

De momento, sigo intentando encontrarme, (re) conocerme, respetarme, (re) plantearme el significado de la vida.

Aunque por ahora, no concibo vida aparte de ti.

Eres la vida que construimos a diario. Y el futuro de esa que nos queda por construir.