Ayer culminó el 1er Simposio Iberoamericano de Periodismo Cultural, organizado por la Fundación Elena Poniatowska desde la Ciudad de México. Fueron invitados a dicha reunión virtual una decena de figuras prominentes del campo de la literatura, el periodismo, el quehacer cultural y también mediático. La mesa 5, celebrada también ayer contó con la presencia del cronista argentino Martín Caparrós (desde Madrid), Jaime Abello, director de la Fundación Gabo (desde Cartagena, Colombia), José Gordon, periodista y escritor y la moderadora, Jacaranda Correa (ambos desde México). Durante una hora el conjunto debatió interesantísimos temas relacionados al periodismo, la literatura, la ciencia, mientras entrelazaba también un análisis sobre la pandemia que difícilmente puede escaparse de todo diálogo en la actualidad: la COVID-19.
El futuro produce miedo. Con esta frase inició la discusión Martín Caparrós, quien a pesar de dedicarse al periodismo, se formó en historia. Existe, según él, una concepción de temor generalizado acerca del porvenir, ya que no se consigue imaginar que el tiempo que queda por llegar sea mejor que el que vivimos o el que ya se vivió. El cronista, quien ha estado confinado en su residencia en Madrid durante la pandemia, admite que este fenómeno, no nos permite planificar para el futuro y además, le tiene trastornado. Dice que el miedo produce que las masas busquen medición sacerdotal para aliviar estos sentimientos. Estos mediadores se apoderan de la ciencia, la religión, los medios y les seguimos: hacemos lo que nos digan ciegamente.
El coronavirus ha llegado a poner sazón a la sociedad poscolonial donde se padece de otro virus aparte de este que ha cobrado la vida de cientos de miles de personas alrededor del mundo. José Gordon se refiere particularmente a los virus sociales: la desigualdad, la pobreza y todos los otros males que aquejan nuestro mundo actual y se han pronunciado a raíz de este fenómeno.
Ata la realidad actual de la COVID, ese demonio invisible que flota en el aire (así como la referencia que aparece en la novela La peste de Albert Camus, publicada en 1947) con alusiones de García Márquez en Cien años de soledad. El virus del olvido, dice, hace que se borren memorias de la infancia; se nos olvidan los nombres y la función de las cosas, hasta hacer que perdamos la conciencia de quiénes somos. El Macondo de García Márquez se materializa en la actualidad… Para Gordon la literatura no es otra cosa que el diagnóstico de nuestros tiempos: revela lo invisible de lo visible.

La pandemia nos ha amenazado con la política del miedo, el terror, la manipulación y, por ende, el control. Tememos contagiarnos, tememos al otro, tememos no poder sobrevivir, tememos salir de casa, ver la familia, leer la portada del periódico, enterarnos de las nuevas cifras… Como si fuera poco, el terreno de lo virtual hace que temamos también otra cosa. Jaime Abello le llama el capitalismo de vigilancia, es decir, cómo a través de los datos que entregamos gratuitamente en internet y las redes sociales se le añade la neurociencia para determinar las tendencias de consumo y de este modo se produce el control cibernético. Pandemia, rastreo, control de las grandes empresas y del gobierno, sistemas de vigilancia en todas las esferas. El éxito del poder recae ahora más que nunca en el control.
Sin embargo, no todo debe mirarse desde un foco pesimista. La pandemia ha hecho que para los que se dedican a la escritura, se intenten descubrir otras narrativas triunfantes. Según Gordon, nuestra tarea para salir de la crisis recae en crear ideas colectivas que despierten curiosidad y revelen lo oculto del pensamiento. Tanto la ciencia como la literatura son mudanzas donde se circulan ideas. Tal vez podamos construir y desarrollar la imaginación e inteligencia colectiva; ese es nuestro reto.
Abello coincide en que debe establecerse una alianza entre el periodismo, la literatura y también la ciencia, incluso la ciencia humanista que se encarga sobre todo de conocer y profundizar en la condición humana. También coinciden en que toca tener esperanza y alejarnos de las narrativas sacerdotales. A pesar de que se han exacerbado las diferencias sociales a raíz del virus, para el colombiano, necesitamos una sociedad mejor informada y movilizada; hay mucho trabajo para los periodistas. Se debe trabajar en contra de las mentiras y las noticias falsas. La sustentabilidad económica del periodismo es otro desafío; hay que echar pa´lante.
El círculo virtual culminó en una nota positiva, de aliento para estos tiempos de grandes complicaciones y retos sociales, económicos, políticos y de salud. Los invitados concuerdan que aparte de mantener optimismo, toca crear las condiciones para seguir produciendo buen periodismo que aporte a la circulación de ideas y textos basados en ética, en la profundización de historias humanas y la rigurosidad que define el oficio.
Cabe mencionar que aparte de todo el estrés y el agobio que han producido estos últimos meses de confinamiento alrededor del mundo, el coronavirus ha hecho posible una democratización de la información que agiliza el acceso a encuentros como estos, que para personas que nos encontramos fuera de los espacios físicos de gran producción cultural como lo es la Ciudad de México, se hace posible participar de estas tertulias, aunque sea de modo virtual.
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